Milah {@MilahOUAT}

29.01.2018

— Estrategias y jugadas—

Luchando por la luz

-Hacía mucho que la esperanza de una nueva vida había muerto para Milah, no podía volver y disculparse con su ex marido, con su hijo o convencer a su querido capitán de abandonar su venganza. Ahora tenía algo más importante por lo que luchar y su motivo estaba claro, si ella caía, si su ejercito sucumbía...la oscuridad más absoluta barrería la tierra, doblegaría su antiguo hogar y todos los otros mundos sin remedio. No, ella no podía permitir que un mal así venciera, en el pasado se había dejado llevar por su egoísmo, por sus caprichos. 

Abandonó una vez a su familia por querer ser libre y acabó muriendo a manos de un ser que ya no era su temeroso esposo, un cobarde si, pero un buen hombre.
Acabo siendo el conejo de indias de unos demonios, poderosos, extraños y oscuros que parecían querer proteger el mundo, ella no entendía como algo tan oscuro como esos seres hacían eso, pero aprendió de ellos, artes marciales, a disparar, a luchar en el aire, a volar, a crear unas estrategias dignas de los mejores pensadores y militares de la tierra, pero también la enseñaron a ser humilde, gentil, la enseñaron a usar el poder que la dieron para el bien. Llevaba tanto tiempo luchando sin descanso que había olvidado lo que era un día tranquilo, así que cuando Mikel, el aspecto que sus maestros tomaron, la pidieron salir del reino de los muertos, su reino.
Aquel día el demonio le propuso algo tan extraño como tentador, una niña, una pequeña hija de la magia de ambos, a su imagen, su hija. No dudó en aceptar y acordar como lo harían, una pequeña mariposa de luz en aquel reino de tinieblas. No tardó mucho en nacer la joven Ainara, su alegría, aquello que la ayudaba a luchar, pero tampoco tardo en crecer y convertirse en una gran guerrera, fiera, leal,justa y aun así sanguinaria. Era tan bella como una noche de luna llena, su risa siempre fue como los primeros rayos de sol tras una noche de tormenta. Milah ahora luchaba por sus dos hijos, aunque supiera que nunca volvería a ver a uno de ellos.
El tiempo seguía pasando, día tras día los ejércitos se enfrentaban en un campo de batalla sobre los restos de los caídos, nadie avanzaba, nadie retrocedía y la reina Lilith pidió audiencia ante ella.
-Milah, es un placer verte sin armas de por medio- dijo con su lengua viperina la morena
-Diría que el placer es mío, pero ambas sabemos que sólo me causaría placer verte derrotada. Así que no perdamos más tiempo, dime que deseas, te lo deniego y sigamos luchando...- la reina de orbes azules habló con cierta desgana, aburrida y molesta por no poder matar a su contraria allí mismo.
-Sólo deseo un alto el fuego, Milah. Ambas sabemos que ninguna va a ganar, y estoy cansada de luchar a diario...Te propongo algo, dejemos que sean los mortales quienes decidan...Yo apoyaré a aquella que se hace llamar la reina malvada y tú irás con aquel que conocen como Portador de la llave espada, si gana la reina y destruye a sus enemigos, me dejaras subir. Si gana el Portador, me rendiré.
La morena medita las palabras de Lilith, tentador pero seguro que ella intentaría inmiscuirse de alguna forma
-Esta bien, pero ni tú ni yo podremos mezclarnos para favorecer o perjudicar a ninguno, ¿entendido?
La reina Lilith afirma, era justo y buena o mala, ambas respetaban las reglas. Se esfumo en un estallido de humo dejando a Milah ante un confundido Mikel
-¿Que? Yo no puedo intervenir, pero nadie dijo que tu tampoco- sonríe triunfal la morena- Tengo un plan, y necesito tu lealtad más que nunca, mi dulce demonio.

— El origen de una reina —

El principio de todo

 El origen de una reina

Han pasado muchas lunas desde que llegó a aquel lugar, asustada, rota y sin corazón. Al menos eso sentía ella, se sentía hundida y perdida lejos de él, de su amor, de su capitán, de Killian. Aun recordaba su mirada mientras ella moría en sus brazos, en sus brazos los cuales eran su vida, su hogar y allí es donde lo perdió todo. Nunca se arrepentiría de haberse ido con él, de haber huido de su vida como la mujer de un cobarde. Con Killian encontró lo que siempre deseó, amor, deseo,aventura y respeto. Soló se arrepintió de una única cosa, no llevarse a su hijo, a su Baelfire.


Allí estaba abrazada a sí misma en un rincón, deseando poder cambiar eso y que su pequeño estuviera con su amor y no con aquel ser en el que se ha transformado Rumpelstiltskin. Escucha su nombre, pero lo escucha en alto, una voz que no conoce que la llama, que la hace que se levante entre asustada y decidida. Es entonces cuando ve por primera vez a aquel enorme ser, rodeado de 6 aún más grandes que la miran, que la evalúan. Ve como otros se encogen ante ellos pero ella no, ella era una pirata, había aprendido del mejor y cuanto más miedo sentía más alzaba su barbilla con desafío. Esos seres no podían hacerla más daño del que ya había sufrido, no tenía nada que perder ya.

-¿Que miráis? -noto a los otros que estaban cerca temblar,pero eso la hacía sentir más ganas de provocar a esos seres, fueran lo que fueran. Les vio formar una mueca que dejó ver aquellos enormes colmillos, aquellos afilados dientes. Y fue entonces cuando se fijo en los ojos rojos de ellos, esperaba que transmitieran ferocidad, odio, anisa por la sangre...algo que no fuera curiosidad, cualquier cosa le habría sido más fácil de entender que aquello.

-A vos, venir con nosotros...ahora...- dicen los 7 al mismo tiempo, haciendo que con un gesto se ponga en marcha tras ellos- Vais a entrenar, a aprender y ser quien necesitamos que seáis...¿Entendido? -no parece importarles que ella esté o no de acuerdo con lo que piden- Es la única forma que tenéis de regresar y enmendar vuestros errores...

Son esas simples palabras las que hacen que su interés despierte. Que les observe mientras camina rodeada por ellos, entrenar y aprender. Entrenar que y aprender que, eso era lo que no entendía. Pregunto porque ella, que buscaban y que podría darles algo como ella a ellos, a unos demonios poderosos como ellos, porque mientras caminaban durante días hizo mil preguntas, tuvo mil cuestiones que le resolvieron sin problema, tan sólo no contestaron una...porque ella...

Cuando llegaron a lo que parecía ser su destino Milah observó el lugar. Una amplia sala, un lugar con un trono. A los lados 2 puertas, en una una enorme biblioteca se abría ante sus ojos, con varios hombres. Los más sabios según le dijeron. Tras otra puerta un gran espacio con los mejores guerreros. Oculta estaba la puerta de sus aposentos a partir de entonces y la última llevaba a una sala de consejo, privada y más pequeña con una gran mesa con 9 sillas a su alrededor, la mesa parecía un inmenso mapa de batalla. La dijeron que debía entrenar día y noche, aprender de los mejores de cada cosa, superarlos y sólo entonces podría volver a ver a su hijo.

La mujer luchó, entrenó y aprendió día tras día,noche tras noche. Aún cuando estaba rota, magullada, malherida o al borde de la extenuación ella continuó. Tenía una meta, un objetivo. Cuando venció a su primer maestro le dieron su respuesta. Era quien habían escogido para algo mucho más importante que ser una líder, una reina. La habían escogido para ser su comandante, para que fuera quién se enfrentase a Lilith, la comandante de la muerte, pues ella iba a ser la comandante de la vida, no permitiría que Lilith dañase a quienes amaba y desde que comenzó sus lecciones amaba a la misma vida. Fue eso lo que vieron los demonios, un corazón que podía amar la vida y no solo a algunos vivos.

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